martes, 18 de junio de 2013

Hay que besarse más...

Las miradas imantan y las pupilas estallan. 
Y cuando los rostros ya no pueden acercarse más, sólo queda besar. 
Conocer por primera vez el calor de la boca deseada, saber si el aliento es dulce y la textura esponjosa.
Cerrar los ojos y dejar el camino librado a la imprevisión, al descontrol sentimental. 
Recién después, ese beso será certeza.

Es un camino fundamental en el reconocimiento del otro y de uno mismo. 
Una suerte de puente de doble mano entre la mismidad y la otredad.

El hombre y la mujer son dos motores que van a diferentes velocidades: el beso es el punto de equilibrio.


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